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Primero Dios, con Gerardo Farías
Primero Dios, con Gerardo Farías
Salmo 32 - La dicha del perdón
Este salmo, esta alabanza, parece un sermón. Ya que vemos a David exhortando a sus oyentes a que ellos también puedan experimentar la dicha del perdón. ¡Qué bendición es sentirse perdonado por Dios! Y por el contrario, ¡qué terrible es cuando estamos enemistados con Dios! David es muy sincero en este salmo, ya que nos habla de un periodo de su vida cuando eligió endurecer su corazón, y prefirió mantenerse en su posición, abrazando y acariciando su pecado. Se negó a confesar sus pecados. Quizás creyó que por ser el rey, nadie lo podía confrontar. Pero Dios no dejó de reprenderlo...a través de su conciencia. David sentía en su interior cómo sus fuerzas se iban gastando. Sentía como la culpa lo iba aplastando. El pecado y la culpa tienen un poder devastador sobre la salud. Por eso es mucho mejor experimentar el perdón de Dios. Pero para eso se necesita confesar el pecado. Dios ya sabe perfectamente cuáles son nuestros pecados. Confesar significa pedir perdón, y apartarse de esos pecados. Significa entregárselos a Dios. "Señor, perdona mis pecados de rebeldía, y ten misericordia de mí. Pérdoname, y ayúdame a vivir una vida recta delante de ti". David nos invita a que no seamos como él. El orgullo nos va a impedir que hagamos esto. Vamos a buscar mil maneras de justificar nuestro pecado. Vamos a buscar mil razones para seguir en el pecado. Pero el pecado es muerte; y el perdón es vida, y es salud. No seas como el mulo, o como el caballo, sin entendimiento, y sin razón. Seamos humildes, y busquemos la gracia de Dios. Que el Señor te bendiga.